Se conoce como un proceso donde interactúan dos o más sujetos para construir aprendizaje a través de la discusión, reflexión y toma de decisiones, los recursos informáticos actúan como mediadores psicológicos eliminando las barreras espacio-tiempo, su potencial reside en los procesos de acceso, difusión, gestión y creación de información con miras a su transformación en conocimiento colectivo…. Su éxito estriba en que permiten interacciones sincrónicas, y asincrónicas entre usuarios de una forma práctica y sencilla que facilita la comunicación humana con múltiples propósitos. Romero, et al (2019)
El desarrollo de tareas de
manera colaborativa, permite al profesorado evaluar estrategias como: 1.- Habilidades
comunicativas asertivas y relacionales (Howe y Mercer, 2007); y 2.- Construcción
social del conocimiento (Roura et al., 2018). A este respecto, cabe señalar que
es necesario promover un diseño didáctico de los trabajos colaborativos sobre
los objetivos previamente formulados y que respete las singularidades de los
estudiantes (Biasutti y EL-Deghaidy, 2015; Brindley et al., 2009; Palomares et
al., 2018).
Además, el trabajo
colaborativo se convierte en una excelente herramienta para fomentar la
autonomía del alumnado (Álvarez, 2011; Fernández y Valverde; 2014, Laurillard,
2012; Marín et al., 2018). Esta autonomía se nutre de los debates generados
durante el proceso de toma de decisiones, posibilitando a su vez, la construcción
social del conocimiento a la que se hacía alusión en líneas anteriores. En este
sentido, resulta fundamental crear climas de trabajo motivadores basados en la
confianza y el respeto con la finalidad de lograr que todos los miembros del
equipo se sientan agentes activos e intercambien opiniones e ideas de manera
asertiva (Carrió, 2007; Voogt et al., 2015).
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